Después de un largo mes sabático, vuelvo a a mi blog por recomendación de mi querido Abdul, que le dio a conocer a esta bloggera inexperta la Regla #1 de un blogero: "No dejarás tu blog abandonado."
Comenzaré pidiendo disculpas por mi prolongada ausencia; uno de mis defectos es mi tendencia a postergar las cosas que tengo en mente, como escribir un post, ordenar mi cuarto, responder algunos correos, ver películas que compré hace meses y tomar decisiones que me cuesta tomar. Intentaré, por lo pronto, no postergar tanto la actualización de mi blog de ahora en adelante.
Hace varios meses escribí algo así: "Jugar a no sentir puede ser peligroso, llega un momento en que no sabes si podrás sentir de nuevo." Tiempo atrás me autoimpuse una coraza después de algunas heridas, agotamientos y decepciones. Opté por no sentir, no involucrarme, no crear lazos fuertes; dizque para protegerme. Por momentos parece fácil, vivir por vivir, sin buscar algo más que el momento mismo. Vivir sin las complicaciones que traen consigo las relaciones, la rutina, la falta de espacio y sus derivados. Pero esto de vivir sin complicaciones puede terminar siendo más complicado de lo que parece porque, a menos que seas un experto en la materia de la frialdad y el desapego, tarde o temprano terminas involucrándote con quien cumple el papel de "nada serio" y la nueva gran complicación es recordar el papel asignado previamente. Definitivamente no soy experta en la materia y pensándolo bien, no me interesa serlo; así que finalmente el tiempo y las circunstancias lograron romper la coraza. La buena noticia: aún puedo sentir. La mala noticia: a veces duele.
A quien esté considerando "vivir sin complicaciones" podría replantearle mi frase inicial: Jugar a no sentir puede ser peligroso, llega un momento en que ya no puedes evitarlo.
Hace un año exactamente quise pasar el día evitando pensar. Comiendo chocolates en cantidades industriales. Llenando el día de actividades para que se pasara más rápido. Intentando no estar sola. Disfrazando el día de un lunes cualquiera. Tomé de rehén a San Valentín para que yo misma no pudiera recordar su existencia. Quizás pude engañarme temporalmente pero los recuerdos no estuvieron de acuerdo y me bombardearon con todas sus fuerzas en cada momento en que me encontraron desarmada. No fue un día feliz.
Hoy los recuerdos ya no traen tristeza sino alegría por lo vivido, traen un calorcito en el pecho y sonrisas prolongadas. Creo que ya estoy lista para liberar al rehén. Ya es 14 de febrero y me siento reconciliada con San Valentín, no con el consumismo y caos urbano que implica, sino con la idea de celebrar el amor. El amor que llevo dentro, el amor que veo por las calles, el amor que he vivido, el amor que vendrá. Sigo creyendo en el amor, no sé si en el eterno pero sí en el que te hace sentir viva, te impulsa, te hace crecer y aprender en el camino. Sí me provoca a veces tener alguien con quien ser algo cursi, leer poemas, decir tonterías, caminar abrazados, compartir sueños, anécdotas, descubrimientos, intereses, pasiones y el sabor de mi brillo labial. No desespero, solo espero, pero creo que San Valentín me debe un regalo de reconciliación... :)
Hoy los recuerdos ya no traen tristeza sino alegría por lo vivido, traen un calorcito en el pecho y sonrisas prolongadas. Creo que ya estoy lista para liberar al rehén. Ya es 14 de febrero y me siento reconciliada con San Valentín, no con el consumismo y caos urbano que implica, sino con la idea de celebrar el amor. El amor que llevo dentro, el amor que veo por las calles, el amor que he vivido, el amor que vendrá. Sigo creyendo en el amor, no sé si en el eterno pero sí en el que te hace sentir viva, te impulsa, te hace crecer y aprender en el camino. Sí me provoca a veces tener alguien con quien ser algo cursi, leer poemas, decir tonterías, caminar abrazados, compartir sueños, anécdotas, descubrimientos, intereses, pasiones y el sabor de mi brillo labial. No desespero, solo espero, pero creo que San Valentín me debe un regalo de reconciliación... :)
a pesar de la advertencia,
dirigió su vehemencia
en un rumbo equivocado.
Y por no tener cuidado
sufrió heridas de guerrero.
Cuando el calor de febrero
haga arder tus cicatrices,
corazón, no dramatices:
el dolor es pasajero.
Rebeca Urbina Balbuena